Te entregué el diente caído, una semana moviéndolo con el dedo, ratoncito, ratoncito, un hueco en la nueva sonrisa saludaba el regalo que no llegó. Desde que el alcohol no riega las venas la fuente se secó. Llamó a un amiguito para salir a dar un paseo pero vuelve a decir que no, otra vez su reflejo en los escaparates le acompañará al caminar. Volvería a nacer si no supiese todo lo que ha aprendido, si volviera la inocencia. Hicimos manitas algunos días pero los intrusos que ocuparon la infancia dejaron algunos cables desconectados. El rato que queda de vida prefieres odiarte a ti mismo y pelear con tus devociones. No fue nombrado entre los de sus pandillas, se acostumbró a jugar con chinchetas y empezar colecciones que dejar a mitad. Imaginó que lo mejor estaba por llegar, y lo mejor era imaginar que estaba por llegar. Llegaron muchas cosas, pero de todas se fue. La vida es un karaoke de canciones desconocidas, imposible ajustar la letra a la melodía, una apuesta bipolar, un dulce encuentro entre desconocidos, el arraigo de un presagio, el azar escondido en lo predestinado, procrastinar con heroicidad, escuchar con los ojos, ver con el corazón, temer con el estómago, sonreír desde el dolor, transgredir la felicidad, compulsivo descanso, tozudo despertar de cada día. Llora cada instante un nuevo nacimiento, siempre, lloran también cada muerte, algunas no, tal es el destino, cruelmente almibarado, el perfume de un beso a la madrugada, por un poco de entendimiento podría hasta renacer. Tal vez se llevarán mi arcoíris de ansiedad, el veneno de respirar una vez más, todo el amor que no has sabido regalar. Después del apocalipsis de entender, te queda aguantar las paredes de tu cuerpo, bombear emociones, achicar sentimientos, esculpir deseos, todo a medio camino de un lugar sin coordenadas preestablecidas, la taxidermia del alma que se consume con religioso capitalismo. El olvido de un post it que llevaba escrito tu aniversario con tinta invisible, muerte de un nonato, descabalgado de un ideal muy realista, el materialismo de lo simbólico, la liturgia de lo aleatorio siempre es la misma.